Hace un tiempo que trabajo escribiendo artículos, no siempre para público femenino exclusivamente, pero sí para un público que en general es emprendedor.
Ahora bien, tengo que admitir que antes de que me pidieran que me implicara en el tema, no tenía ni idea de lo que era el ser emprendedor. Por un lado, jamás me habían enseñado el concepto, mucho menos me había pensado a mí misma como tal y siendo realmente sincera, por otro lado, veía a las mujeres emprendedoras o mujeres de negocios como personajes inalcanzables de películas norteamericanas…
Empecé a adentrarme cada vez más en el tema, y un puesto de entrevistadora me llevó a ponerme en contacto constante con mujeres emprendedoras de mi país, Argentina. No podía creer la cantidad de mujeres que se sabían emprendedoras y se habían arriesgado a serlo.
Pero, ¿quieres saber qué tenían en común todas ellas? Pues bien, estaban absolutamente arrepentidas de no haber dejado su “trabajo real” para dedicarse de lleno a su emprendimiento antes, y hubieran querido que sus padres las animaran a hacerlo en lugar de cuestionarlas tanto.
Por eso me pareció tan importante escribir sobre esto, para que derribemos ciertos mandatos sociales que son palos en la rueda para las emprendedoras (cuando no, frenos):
“Para ser emprendedora, debes nacer en cuna de oro”
Sé que la economía en la mayoría de los países de Latinoamérica no es tan bondadosa, pero es un grave error pensar que el ser emprendedora es solo para aquellas mujeres que tienen un buen pasar económico.
He entrevistado a mujeres con un increíble espíritu emprendedor, que comenzaron haciendo las invitaciones para el cumpleaños de su sobrino y terminaron fundando su propia Agencia de Diseño Gráfico, o que comenzaron vendiendo cosméticos por catálogo y hoy tiene una cadena propia de salones de belleza. Es decir, mujeres que caminaban toda la ciudad para vender y ahora la atraviesan en autos de alta gama.
¿Te suenan conocidas las historias? No, no es un golpe de suerte, fue cuestión de arriesgarse y nadar mucho contra la corriente.
De todos modos, con esto no quiero confundirte, porque el único objetivo de emprender no es ganar dinero, aunque el dinero suele ser excusa y motivación.
“Búscate un empleo real”
Si todas las mujeres emprendedoras exitosas que hay en el mundo actualmente hubieran hecho caso a esta premisa, probablemente no habrían escalado más que a un mediano puesto de trabajo en una empresa (en la que probablemente ganarían menos que su par jerárquico masculino).
Puesto que emprender es un enorme riesgo, tanto a nivel emocional como económico, la gente, y en particular nuestros padres, esperan que gocemos de una economía estable ya que esto les tranquiliza y les hace sentir que “lo han hecho bien”.
También, nuestros padres suelen ver como normal que trabajemos de algo que quizás no nos gusta y nos estresa en lugar de “arriesgarnos a fracasar”. Lógicamente, cuando notan que eres una emprendedora exitosa, se sienten felices y orgullosos, pero mientras tanto… ¡Mamita querida!
¿Cómo cambiar estas presiones por motivación?
La mejor forma de cambiar esta situación es enseñando. Sí, así como los padres nos inculcan que debemos terminar la escuela, ir a la universidad, buscar un empleo, casarnos y formar una familia, ¿no podrían inculcarnos la opción de emprender? ¿No podrían enseñarnos los valores necesarios?
Creo que sería una experiencia muy interesante enseñar a las niñas a emprender. Asimismo, si tú, que estás leyendo este artículo, eres madre, abuela o tienes alguna niña cerca, puedes inculcarle los valores necesarios para que lo haga.
A la hora de enseñar a emprender a las niñas (¡y por qué no también a los niños!), recuerda:
– Para emprender es necesario tener bien claro lo que te apasiona, lo que más te gusta hacer y ser decidida.
– Tu pasión, tu vocación y hasta un hobby, pueden convertirse en un negocio rentable.
– Hay que ser arriesgado, sí, pero en la mayoría de los casos es más lo que puedes ganar que lo que podrías perder.
– Si en un principio tu emprendimiento no funciona, no debes abandonarlo, debes pedir ayuda, reformularlo, encontrar en qué has fallado, porque TODOS los emprendimientos son potencialmente exitosos.
– Si haces lo que amas, tienes más cerca la posibilidad de ser exitosa y feliz.
– La retribución económica por ser emprendedora, es solo un beneficio EXTRA.
– Valor, audacia, confianza en sí misma, son solo alguno de los valores necesarios para marcar la diferencia.
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